LA DIRECTORA DE PRO CONSUMIDOR, ALTAGRACIA PAULINO, NECESITA EL APOYO DE TODOS

30 junio, 2011

Casi siempre empleamos tiempo en denunciar lo mal hecho y es que en nuestro país es tanto el problema, que las soluciones a menudo pasan desapercibidas. En esta oportunidad me voy a permitir felicitar a una persona a quien no conozco personalmente, pero que ha demostrado que sí se tiene la fuerza moral y el deseo de hacer un buen trabajo se puede, no importa desde donde se sirva; esta persona a través de sus acciones nos demuestra cada día que es posible ser un servidor público honorable.

Me refiero a la Directora de Pro Consumidor, la señora Altagracia Paulino, quien parece ser la única funcionaria del Estado que tiene conciencia de sus funciones. Ya en el pasado la señora Paulino enfrentó a los poderes ilimitados de los bancos, incluso contra las maquinaciones del mismo Superintendente de Bancos, quien se supone ser la persona que defienda a la sociedad dominicana, mediante la regulación de las operaciones de las entidades financieras y que por el contrario a menudo se apandilla con los poderosos empresarios financieros del país, contra los intereses de la sociedad.

En esta oportunidad en que la Ministra de Educación flaquea con las medidas que debe tomar contra los colegios privados del país, por las alzas ilegal de las matriculas anunciadas a la opinión pública, es la señora Altagracia Paulino quien expresa con responsabilidad que en base a la ley, va a proceder a cerrar las puertas a cualquier colegio que aumente su tarifa ilegalmente y especialmente a los que secuestren la documentación de los estudiantes por la falta de pago; declarando tales acciones como violatorias de las leyes vigentes.

Felicitamos a la señora Altagracia Paulino y le exhortamos a que continúe ejerciendo sus funciones con dignidad, incluso dentro de una institución a la cual ya no le queda más desvergüenza en la cual incurrir. La Ministra de Educación, Josefina Pimentel, debe aprender de la lección que le está dando la Directora de Pro Consumidor y tomar las acciones que la sociedad reclama ante este abuso y la sociedad dominicana tiene la obligación de cerrar filas con esta funcionaria digna, que no transige en la persona de que se trate cuando se trata de hacer respetar los derechos de la ciudadanía.


DEJEMOS DE SER REHENES DE LOS COLEGIOS PRIVADOS

29 junio, 2011

El 21 de diciembre del 1987 quien suscribe y un grupo de jóvenes, quienes en su inmensa mayoría son ciudadanos ejemplares, nos graduamos del Liceo Fabio Amable Mota de Santo Domingo Este. Recuerdo que durante nuestros años de estudio enfrentamos todo tipo de estrecheces, lo cual motivó la participación activa de los estudiantes en proyectos para dotar la escuela de zafacones que contribuyeron a la higiene de las instalaciones; libros y materiales gastables, para la biblioteca e incluso pintura y mano de obra, para mantener las estructuras físicas presentables.

Igualmente, hicimos colectas para hacer las copias de los exámenes; cartas a instituciones nacionales e internacionales, para recibir apoyo a nuestros proyectos; nos empoderamos para coordinar las celebraciones de las efemérides patrias, en ocasión de las cuales estudiantes, previamente seleccionados, presentaban sus ensayos escritos ante la comunidad educativa, los cuales exponían públicamente en el salón de actos de la institución; reparamos butacas y escritorios, e incluso manteníamos actualizados los murales informativos de la escuela.

Todas esas maravillas (y otras que ahora no llegan a mi memoria) fueron realizadas y coordinadas por grupos de jóvenes cuyas edades oscilaban entre los quince y dieciocho años, sin ninguna capacidad económica, con el mínimo de apoyo de la administración del centro de estudios y cuyos únicos recursos eran el inmenso deseo de ser elementos productivos y entes de progreso para sus comunidades, igual que seres humanos activos en su formación; todo lo cual es la parte más importante de todos nuestros recuerdos de juventud.

Hago la precedente introducción como forma de poner en contexto mí indignación con lo que sucede en la educación dominicana de hoy, donde las autoridades regatean los fondos a tan importante reglón, se hacen de la vista gorda con lo que sucede y producto de la decadencia de la educación pública, hasta los ciudadanos humildes son obligados a enviar a sus hijos a centros privados, donde resultan virtualmente asaltados, puesto que terminan pagando muy caro por un servicio igualmente deficiente, donde el único objetivo es producir riquezas y no formar ciudadanos de provecho para la sociedad.

Ejemplos de lo que expreso sobran, pero no puedo negar que me ha encolerizado de manera muy especial el haber visto la participación pública de la Asociación de Colegios Privados, en la persona de la señora Rosa Ariza, quien en tono iracundo, prepotente y desafiante, informó que los colegios del país no sólo aumentaran entre un diez y un treinta por ciento a su tarifa, sino que además lo harán a partir de su propias reglas (sin observar regulaciones al respecto) y que el Ministerio de Educación no puede imponerles reglas en ese sentido.

De la referida intervención tenemos que concluir que los colegios privados son un poder que tiene secuestrados a nuestros hijos y mucho peor, el futuro de los mismos y de paso el de la sociedad dominicana y que el gobierno no puede imponerles el imperio de la ley porque a fin de cuentas quienes terminarán perdiendo son nuestros hijos que se encuentran victimizados. Evidentemente, los colegios representan única y exclusivamente un negocio igual que cualquier otro, que en el camino de agenciarse beneficios económicos no repara en el sacrificio de principios fundamentales de la educación, como son la vocación y el servicio a la comunidad.

En las circunstancias descritas y con los hechos presentes quizás este sea el momento apropiado para que los dominicanos saquemos a nuestros hijos e hijas de los colegios privados, tal como sugirió la representante de la Asociación de Colegios Privados; pero no en número de diez o veinte, porque ellos seguro ya han calculado que si algo así sucede no tendrán perdidas sustanciales; pero sí en cambio lo hacemos todos, le demostramos a estos empresarios de la educación que para hacer negocio, tienen que contar con nuestros bolsillos y que nosotros no estamos dispuestos a aguantar la extorción que pretenden hacernos.

Este podría ser el momento para que la comunidad de padres, los estudiantes universitarios, los maestros decentes que aún quedan y toda la sociedad haga el trabajo voluntario que se requiere para levantar el nivel de la educación en nuestras escuelas públicas, así como la presión necesaria para que el gobierno escuche y resuelva nuestras necesidades de educación.

Quizás podemos educar nuestros hijos en las escuelas públicas y conseguir los mismos resultados que obtuvieron los jóvenes de la promoción del 1987 del Liceo Fabio Amable Mota a través del trabajo voluntario y así seríamos un ejemplo vivo de que una buena educación no es la que acomoda a nuestros hijos para que sean indiferentes, serviles y esclavos del capital y muy por el contrario promovemos la educación de ciudadanos libres, comprometidos, solidarios, respetuosos y que se involucren con la calidad de su propio proceso educativo, para ir haciendo las bases de un mejor país.

Esto puede parecer un sueño en una mente romántica; pero el que alguien lo haya hecho antes quiere decir que se trata de un sueño realizable. No digo que sea una tarea fácil, pero como en mi vida he aprendido a dudar de la bondad de cualquier cosa que lo sea, entiendo que todo lo realmente bueno me reclamará un alto esfuerzo y pienso que no hay una causa más merecedora de nuestro esfuerzo que la causa de la educación de nuestros hijos, para la cual ya hemos llegado al colmo de ser rehenes de los delincuentes que corrompen a nuestros pequeños y pequeñas desde las aulas donde los enviamos en busca de claridad.


¡ORGULLOSAMENTE CHOPO!

26 junio, 2011

Acabo de leer una entrada de Facebook de una “amiga” que tuvo un contratiempo en la calle y reacciona escribiendo que “por eso es que los chopos que comen en fonda con cuchara no pueden tener poder.” Cualquiera diría que como ese no es un tema mío, sería oportuno dejarlo pasar o mejor aún solidarizarse con la “amiga” perturbada (como lo hizo un grupo grande de sus contactos) y con ello atacar todo lo que es la realidad de una cantidad inmensa de dominicanos, que no necesariamente resultan ser gente despreciable por no disfrutar de una buena condición económica.

Me explico: Hay una clase social en el país (muchos no son necesariamente ricos) que califica despectivamente como “chopos y chopas” a la clase social inferior, la cual representa una inmensa mayoría de la población; y con el uso del referido adjetivo calificativo, la clase social en cuestión consuetudinariamente denigra al que tiene menos poder adquisitivo, sin importar que se trate de un hombre o una mujer digna y trabajadora por el simple hecho de no tener dinero.

 Para que el lector comprenda el escenario que mostramos es oportuno definir que “Chopa” es la muchacha que se emplea a cocinar la comida, lavar la ropa, limpiar la casa y hasta a darle el cariño a los hijos de quien, despectivamente, le llama “mi chopa” en cualquier reunión social, como forma de ganar estatus, ser graciosa ante el grupo de amigas y amigos, y sobre todo colocarse por encima de aquella persona a quien probablemente no le puede ganar en dignidad.

“Chopo” es quien trae las mercancías del supermercado, quien lava el carro, quien poda la grama de la casa, el que amanece cuidando la casa, quien lleva a los muchachos al colegio, quien te vende los alimentos que comes e incluso quien, en base al mayor de los esfuerzos, ha logrado rebasar todos los obstáculos que impone esta sociedad de mediocres, ladrones e indiferentes para graduarse de una carrera y hacer vida dignamente, pero que no tiene riquezas.

Establecido el concepto, cumplo con informarle a todos mis relacionados que yo soy el hijo de una mujer digna, con una sonrisa de ángel, con manos que sólo saben dar amor y con un espíritu tan grande que cuando lo necesitó, honorablemente lavó la ropa de otros, cocinó para alimentar bocas que no eran las de sus familiares y limpió casas para que yo y mis hermanos recibiéramos la educación de la que hoy podemos presumir y que son su único orgullo.

Que mi padre es un puertoplateño que llegó a la capital a vivir en un solar vacío con su madre y que no obstante tener que vender de día en las calles de la ciudad la ropa que su progenitora cocía de noche, para ir a la escuela nocturna y pasar hasta hambre en unos tiempos que fueron tan difíciles que ni siquiera yo puedo imaginar, se hizo profesional y nos ha dado ejemplo de que el único dinero que se puede tener en el bolsillo es aquel que se gana con el sudor de la frente y que la libertad no se encuentra en venta.

Visto de ese modo, agradezco profundamente a todo aquel que en el curso de mi vida ha expresado no saber lo que se cree ese chopo, cada vez que me ha tocado tomar decisiones importantes; porque a fin de cuentas ningún dinero es suficiente como para ocultar la vergüenza de quienes tienen precio, sin ningún valor, y los alimentos se aprovechan igual sin importar que vengan de un fino restaurante o se ingieran con una cuchara en una fonda.


I

22 junio, 2011

Llamé a mi madre desde que me dieron el celular en el Kiosco

frente al consulado -¡tengo visa!-

he dejado el pasaporte que traerán luego los del correo exprés

mientras ante los ojos desfilan imágenes

de los guerreros migratorios que lo intentaron antes:

El tío José, casado con la turista canadiense

a quien conoció en el bar de un resort en Puerto Plata

y de la que no tuvo noticias, luego de decirle adiós

en las puertas del vuelo chárter que le llevaría de vuelta a Ontario.

La madre de Tito

quien zarpó siete veces en yola

desafió siete veces las caprichosas mareas del Canal de la Mona

y quien casi murió siete veces para llegar a Mayagüez.

La vecina Rossy

con su machete comprado en San Francisco de Macorís

y su paso por la ciudad sin desatar maletas

para despertar en la gran ciudad.

El primo de Pablo el del colmado

a bordo del tren delantero de un avión de Iberia

a cambio de dos horas en Madrid.

El seguridad del banco donde trabaja mí madre

escondido en la casa de una novia brasileña en Carolina

quien prefirió entregarse a la policía

cuando no pudo suplir las exigencias carnales de su pareja.

El Pachá

que llegó a Nueva York Bailando folclor con la universidad

y al que luego de dormir a su roommate se le vio correr, sin equipaje

en medio de la noche de Manhattan.

Clarita,

que aguantó diez años de cuernos

en espera de una green card que nunca llegaría.

Joaquín,

vendiendo su casa a un prestamista en Ciudad Nueva

para pagar el soborno del oficial de seguridad portuaria

que miró a la izquierda cuando él subía por la derecha

con el equipaje, en un avión de American.

Al negro Peter

que duró dos meses manillando

en pequeñas ligas, para caer en Guaynabo.

Paulita

que no llegó a despedir el cuerpo sin vida de su gemela

para salir con el green card de la difunta

llevando en su vientre a julita,

que nació gringa y con nombre propio.

Y yo, un tal Ramón

recién graduado de abogado en la UNPHU

desempleado, deudor, sin armaduras, ni heridas de guerra

tengo entre manos diez años de visa múltiple

como boleto al paraíso.


NO RESISTANCE!!! (Homero Pumarol)

8 junio, 2011

Hoy estoy reproduciendo un poema de Homero Pumarol a quien considero uno de los dos (siendo el otro Frank Báez) poetas dominicanos más representativos en los actuales momentos.

Cuando te ponen una Colt 45 en la cabeza
A las 4 de la mañana en la zona colonial
Lo primero que pierdes es la borrachera.
Ese dinero tan bien invertido
desde las siete de la noche
En el menos doloroso de los casos en cerveza,
se esfuma tan pronto el cañón frío
toca por primera vez tu sien.

Los cigarros no importan mucho,
Pero molesta comprobar que todo atracador fuma
Y que no te dejará ni el de la vergüenza.

Después avanzas por la calle oscura
con la insoportable sensación
de que acabas de nacer
sin bibi pin ni Blackberry,
en un mundo donde nadie te conoce
y donde tus nervios importan tan poco
como todo el efectivo que dices que tenías.