En el año dos mil el país presenció un episodio de crisis institucional que parece estar en el olvido, pero que en las actuales circunstancias reviste especial importancia. En esa oportunidad el saliente presidente Leonel Fernández Reyna nombró en la dirección del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones a uno de sus más cercanos colaboradores, quien para muchos es hasta socio comercial del primer mandatario, el Dr. Mariano Germán, en un momento en que tomar esa decisión lució indelicado para un presidente que ya había perdido las elecciones.
Hipólito Mejía Domínguez, como era de esperarse, reaccionó airado e inmediatamente declaró a la prensa que lo primero que haría, una vez se juramentara, sería destituir al recién nombrado Director del INDOTEL. Ese pronunciamiento inició una serie de conflictos con el saliente jefe de estado y con el Dr. Mariano Germán quienes alegaban que Hipólito Mejía no podría tomar semejante decisión sin lesionar la institucionalidad nacional, en razón a que la legislación al respecto era clara en el sentido de que la referida dirección era inamovible por un período de cuatro años.
No obstante los razonamientos jurídicos, el Dr. Mariano Germán decidió renunciar antes de someterse a la vergüenza de verse destituido de la dirección del INDOTEL.
Ahora, de frente a las elecciones del dos mil doce, presenciamos una situación que pudiera ser coincidencialmente (o no tan coincidencial) similar, aunque con un grado de mayor peligrosidad. Contrario al respeto que debe el mandatario a sus mandantes, el actual presidente Leonel Fernández, en ejercicio de sus atribuciones en el Consejo Nacional de la Magistratura, designa como juez presidente de la Suprema Corte de Justicia a su colaborador de larga data, el Dr. Mariano Germán, cuando el candidato del opositor PRD, con amplias posibilidades de triunfo, es precisamente Hipólito Mejía.
El agrónomo Hipólito Mejía no se ha hecho esperar y desde ya empezó a criticar enérgicamente la designación del nuevo juez presidente de la Suprema Corte de Justicia. Por su lado Leonel Fernández en su clásica postura de irrespeto a la sociedad, se niega a ofrecer ninguna declaración y sólo indica que ya él dijo lo que iba a decir con la designación, la cual tiene categoría de sentencia.
Como se puede notar, la mesa está servida para un nuevo enfrentamiento político, con el agravante de que lo que está en juego en esta oportunidad es infinitamente más delicado que aquello que originó la crisis del dos mil. Si Hipólito Mejía Domínguez ganara las elecciones el próximo 16 de Mayo, tendría la obligación constitucional de respetar la estructura del poder judicial; pero es precisamente aquí donde radica el problema, en el hecho de que no estoy seguro de que el temperamento del candidato le permita superar la nueva provocación con la altura necesaria y advertimos que una decisión arbitraria sobre el particular, podría resultar en la destrucción de uno de los tres poderes del estado y en consecuencia, en la más terrible tragedia institucional que viviría la nación.
Sabemos que lo que planteo parece increíble y hasta imposible de suceder; sin embargo, con Hipólito Mejía me puedo dar el lujo de ser todo lo creativo que me permita la imaginación. En todo caso si de algo podemos estar seguros es de que se aproxima una temporada de huracanes y que lo mejor es que estemos preparados para los fuertes vientos y las inundaciones.